jueves, 30 de agosto de 2007

3. LA VOCACIÓN (Ez 1-3)




El relato de la vocación de Ezequiel es extraordinariamente largo y complejo. Estamos muy lejos de la sobriedad de Amós, incluso de Jeremías o Isaías. A complicar las cosas han contribuido los discípulos del profeta, que añadieron numerosas glosas y comentarios. Walter Zimmerli ha llevado a cabo una paciente labor de depuración, restaurando el texto primitivo del profeta. Aunque su trabajo resulte hipotético en algunos puntos, ayuda a entender mejor el relato, que podemos dividir en tres partes principales: visión, misión y final.

1. La visión de la Gloria de Dios (c.1)


Para comprender el relato aconsejo leer la versión resumida de Zimmerli, que ofrezco a continuación, y compararla luego con la representación pictórica realizada por Rafael en 1518.

1.1. El relato bíblico

1 1El año treinta, quinto de la deportación del rey Jeconías, 2 el día cinco del mes cuarto, hallándose entre los deportados, a orillas del río Quebar, se abrieron los cielos y contemplé una visión divina.
4 Entonces se apoyó en mí la mano del Señor, y vi que venía del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. 5 En medio de éstos aparecía la figura de cuatro seres vivientes; 6 tenían forma humana y cuatro alas cada uno. 11 Un par de alas se juntaban, otro par de alas les cubría el cuerpo. 12 Los cuatro caminaban de frente, avanzaban a favor del viento, sin volverse al caminar. 13 Entre esos seres vivientes había como ascuas encendidas; el fuego brillaba y lanzaba relámpagos.
22 Sobre la cabeza de los seres vivientes había una especie de plataforma, brillante como el cristal. 26 Y por encima de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecía un hombre. 27 Y vi un brillo como de electro de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. 28 El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra, y oí la voz de uno que me hablaba.

En letra marrón he resaltado los cuatro elementos esenciales de la visión: 1) comenzando por abajo, tenemos cuatro seres vivientes; 2) sobre su cabeza, una especie de plataforma, 3) en la que se asienta un zafiro en forma de trono, 4) en el que se supone sentado una figura que parecía un hombre.

1.2. Las diferencias entre el relato y la pintura de Rafael

Rafael, Visión de EzequielEn la pintura de Rafael se advierten claras diferencias: 1) los cuatro seres vivientes con forma humana y cuatro alas cada uno han sido sustituidos por tres animales (león, toro, águila) y un ser humano, con un par de alas cada uno; 2) faltan la plataforma sobre los seres vivientes y el zafiro en forma de trono; el protagonista aparece sentado sobre el águila; 4) Rafael ha añadido dos angelitos que sostienen los brazos del Señor; 5) la figura "que parecía un hombre" adquiere contornos humanos muy precisos.

¿Cómo se explican estos cambios? ¿Por la simple libertad del artista? Algunos de ellos se inspiran en el texto definitivo, tal como lo transmitieron los discípulos de Ezequiel. Alguno de ellos se sintió obligado a completar la descripción de los cuatro vivientes y añadió, entre otras cosas, estas palabras:

Sus piernas eran rectas y sus pies como pezuñas de novillo (...). 8 Debajo de las alas tenían brazos humanos por los cuatro costados. 10 Su rostro tenía esta figura: rostro de hombre, y rostro de león por el lado derecho de los cuatro, rostro de toro por el lado izquierdo de los cuatro, rostro de águila los cuatro.

Para nuestro gusto, nos encontramos ante seres mostruosos, todos con pezuñas de novillo, brazos debajo de las alas, y con cuatro rostros cada uno: de hombre, de león, toro y águila. Algo fácil de imaginar en un capitel románico, pero difícil de concebir en un ser vivo. Rafael ha prescindido de las pezuñas, y representa al león con garras y a la figura humana con pies. En cuanto a los rostros, ha atribuido uno a cada figura, convirtiéndolas en las habituales de un león, un toro, un águila y un ser humano.

Pero, ¿dónde se inspiran los discípulos de Ezequiel para hablarnos de esos seres monstruosos? En representaciones mesopotámicas de diversos seres divinos.

Antropoides alados de Carquemish La imagen de la izquierda, representa a unas esfinges aladas encontradas en Carquemish. Son seres mixtos con cuerpo humano, cabeza de águila y alas. El añadido de los discípulos de Ezequiel dice que "debajo de las alas tenían brazos humanos". La coincidencia es clara.






Genio protectorUn tema parecido lo encontramos en esta otra imagen, de origen asirio: un genio protector con figura humana, cabeza de águila y cuatro alas (un par hacia arriba, otro hacia abajo); el texto original de Ezequiel también hablaba de cuatro alas.

En la tercera imagen, un genio alado del palacio de Sargón II, se observan mejor aún las cuatro alas.



1.3. Lo que falta en Ezequiel y en Rafael
Quien conoce el libro de Ezequiel sabe que la Gloria de Dios se mueve a menudo: aparece en el río Quebar, pero más tarde la verá el profeta en el templo de Jerusalén, que abandona poco a poco en tres etapas: primero se posa en el umbral del templo, luego en la puerta oriental, finalmente en el monte de los olivos. Al final del libro, la Gloria que ha abandonado el templo retorna a él.
¿Cómo se explica este movimiento? El texto primitivo de Ezequiel se limitaba a decir que los cuatro seres vivientes avanzaban a favor del viento. Pero a algún discípulo se le ocurrió una solución más complicada: los cuatro vivientes eran movidos por cuatro ruedas de características especiales.

Miré y vi en el suelo una rueda al lado de cada uno de los cuatro seres vivientes. 16 El aspecto de las ruedas era como el brillo del crisólito; las cuatro tenían la misma apariencia. Su hechura era como si una rueda estuviera encajada dentro de la otra, 17 para poder rodar en las cuatro direcciones sin tener que girar al rodar. 18 Tenían pinas y llantas, y vi que la circunferencia de las cuatro llantas estaba llena de ojos.
19 Al caminar los seres vivientes, avanzaban a su lado las ruedas; cuando los seres vivientes se elevaban del suelo, se elevaban también las ruedas; 20 avanzaban hacia donde soplaba el viento; las ruedas se elevaban a la vez, porque llevaban el espíritu de los seres vivientes. 21 (Y así avanzaban cuando avanzaban ellos), se detenían cuando se detenían ellos (y cuando ellos se elevaban del suelo las ruedas se elevaban a la vez, porque llevaban el espíritu de los seres vivientes).

Rafael no pintó las ruedas, pero sí lo hicieron otros artistas, atraídos por su forma tan curiosa y dándole a veces un sentido místico (como Fra Angelico).

2. La misión (2-3)

Tras la visión de la Gloria de Dios encontramos un largo discurso de Dios al profeta. El hecho de que se repita siete veces la fórmula "hijo de Adán" podría animarnos a dividir el relato en siete secciones (2,3-5/6-7/8-10/3,1-2/3/4-9/10-11). Sin embargo, resultan muy desproporcionadas y no podemos tener en cuenta sólo este criterio. Más homogéno resulta todo si mantenemos como episodio central la acción simbólica de comer el volumen lleno de elegías, lamentos y ayes. Tenemos entonces una introducción (2,1-2) y cinco secciones (2,3-5; 6-7; 2,8-3,3; 3,4-9; 10-11), como se advierte en la tabla siguiente.



Misión a un pueblo rebelde (2,3-5)

Palabras de ánimo (2,6-7)

Acción simbólica (2,8-3,3)
Misióna un pueblo rebeldey palabras de ánimo (3,4-9)
Encargo y misión (3,10-11)

A continuación ofrezco el texto (en letra cursiva) precedido de un breve comentario.

Introducción (2,1-2)

2,1 Me decía: Hijo de Adán, ponte en pie, que voy a hablarte.
2 Penetró en mí el espíritu mientras me estaba hablando y me levantó en pie, y oí
al que me hablaba.


Misión a un pueblo rebelde (2,3-5)

La primera (2,3-5) vuelve a situarnos ante los protagonistas típicos de la vocación profética: Dios, el elegido, el pueblo. La acción de Dios se concreta en el verbo "enviar" y la del profeta en proclamar "esto dice el Señor". Pero la fuerza recae en el pueblo, presentado como rebelde desde antiguo y hasta ahora. La palabra de Dios deberá llegar a él "te escuchen o no te escuchen". No es un comienzo muy prometedor para Ezequiel.

3 Me decía: Hijo de Adán, yo te envío a Israel, pueblo rebelde: se rebelaron contra mí ellos y sus padres, se sublevaron contra mí hasta el día de hoy. 4 Les dirás "esto dice el Señor", 5 te escuchen o no te escuchen, pues son casa rebelde, y sabrán que hay un profeta en medio de ellos.

Palabras de ánimo (2,6-7) /span>


Precisamente por eso, la segunda sección (2,6-7) procura ahuyentar del profeta el sentimiento de miedo. Tres veces se repite la fórmula "no tengas miedo" y también encontramos "no te acobardes". Reaparece al final la idea de que Israel es Casa Rebelde. A diferencia del pueblo, Ezequiel no debe rebelarse ante la palabra de Dios sino aceptarla, comerla, devorarla.

6 Y tú, hijo de Adán, no les tengas miedo, no tengas miedo a lo que digan, aun cuando te rodeen espinas y te sientes encima de alacranes. 7Les dirás mis palabras, te escuchen o no te escuchen, pues son casa rebelde.

Acción simbólica (2,8-3,3)

Es la sección central, en la que el profeta come el volumen lleno de elegías, lamentos y ayes. Lo que parecía claro en las secciones anteriores se convierte ahora en evidencia. El mensaje de Ezequiel será duro, amargo, pero a él, compenetrado con la voluntad de Dios, le sabe en la boca "dulce como la miel".

8 Y tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: (No seas rebelde, como la casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy.
9 Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un rollo. 10Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes. 3 1Y me dijo: Hijo de Adán, cómete este rollo y vete a hablar a la casa de Israel.
2Abrí la boca y me dio a comer el rollo, 3 diciéndome: Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este rollo que te doy.
Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.

Misión a un pueblo rebelde y palabras de ánimo (3,4-9)

La sección cuarta (3,4-9) desarrolla los temas de las dos primeras: la rebeldía de Israel y la fortaleza que Dios concede al profeta para que no tenga miedo a sus oyentes.

4 Y me dijo: Hijo de Adán, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras, 5 pues no se te envía a un pueblo de idioma extraño que no comprendes. 6 Por cierto, que si a éstos te enviara te harían caso; 7 en cambio, la casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quieren hacerme caso a mí. Pues toda la casa de Israel son tercos de cabeza y duros de corazón. 8Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos y tu cabeza terca como la de ellos; 9como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza. No les tengas miedo ni te acobardes ante ellos, aunque sean casa rebelde.

Encargo y misión (3,10-11)

La última (3,10-11) contiene un curioso encargo de escuchar atentamente y aprender de memoria todas las palabras que Dios le diga. Como el discípulo que está atento a lo que dice su maestro para poder repetirlo. En esta última parte, formando inclusión con la primera, reaparece la frase "diles: esto dice el Señor, te escuchen o no te escuchen".

10 Y me dijo: Hijo de Adán, todas las palabras que yo te diga escúchalas atentamente y apréndelas de memoria. 11Anda, vete a los deportados, a tus compatriotas, y diles *esto dice el Señor+, te escuchen o no te escuchen.

3. Final (3,12-15)

12 Entonces me arrebató el espíritu y oí a mis espaldas el estruendo de un gran terremoto al elevarse de su sitio la gloria del Señor. 13 (Era el revuelo de las alas de los seres vivientes al rozar una con otra, junto con el fragor de las ruedas: el estruendo de un gran terremoto). 14 El espíritu me tomó y me arrebató y marché decidido y enardecido, mientras la mano del Señor me empujaba. 15 Llegué a los deportados de Tel‑Abib (que vivían a orillas del río Quebar), que es donde ellos vivían, y me quedé allí siete días abatido en medio de ellos.

Ezequiel, en pocas líneas, ha conseguido transmitir incluso el desgaste físico y psíquico producido por la tremenda experiencia de Dios.Pero es evidente que el relato no se centra en aspectos psicológicos ni biográficos. Hay por medio algo más importante: la palabra de Dios tiene que llegar a Israel, aunque nunca ha tenido ni tiene voluntad de escucharla. El contenido de esa palabra es secundario, lo importante es que Dios habla. Sin duda, la sección central subraya que el contenido será trágico. Pero la primera y última acentúan que la misión capital del profeta consiste en decir: *esto dice el Señor+, sin explicitar lo que seguirá a esa fórmula. El libro demostrará que esa palabra divina tiene también, más adelante, un inmenso contenido de consuelo y esperanza.

Por otra parte, nadie como Ezequiel expone el absurdo de la la vocación profética. "La Casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quieren hacerme caso a mí" (3,7). Lo que deja entrever esta frase no es una misión difícil, sino una misión absurda, condenada al fracaso de antemano. Ni siquiera tenemos ese "¿hasta cuándo?" de Isaías, que supone una puerta abierta a la esperanza. ¿Qué sentido tiene entonces la vocación de estos hombres? Pienso que la clave se encuentra en la sección primera: *sabrán que hay un profeta en medio de ellos+ (2,5). Aunque no le hagan caso, aunque lo consideren simplemente un "coplero de amoríos, de bonita voz y buen tañedor" (33,32), a través de él Dios ha seguido en contacto con su pueblo, proclamado su palabra.

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