sábado, 1 de septiembre de 2007

4.1. DEL DESTIERRO A LA CAÍDA DE JERUSALÉN (597-586)


Nada sabemos de la vida del profeta en los primeros años de esta época. Pero conviene recordar lo que ocurre en Babilonia. En el 596, Nabucodonosor debe luchar contra un rey desconocido, quizá el de Elam[i]; y un año después, desde diciembre del 595 hasta enero del 594, se enfrenta a una revuelta interna, debiendo matar «a muchos de su propio ejército»[ii]. Al parecer, restableció pronto el orden, ya que ese mismo año fue personalmente a Siria para recibir el tributo de los reyes vasallos.

De los años siguientes no sabemos nada. Pero esto poco que sabemos es muy interesante para comprender la mentalidad de los desterrados. Las amenazas externas y las revueltas internas fomentan en ellos la esperanza de que el castigo enviado por Dios sea pasajero; piensan que el rey Jeconías será liberado pronto y que todos volverán a Palestina. Lo que menos pueden imaginar es la destrucción de Jerusalén y el aumento del número de deportados.

Ya el profeta Jeremías se había encargado de disipar estas ilusiones en una carta a los desterrados: «Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos. Tomad esposas y engendrad hijos e hijas... Buscad la prosperidad del país al que os he deportado y rogad por él, porque su prosperidad será la vuestra» (Jer 29,5-7). Pero el pueblo, alentado por los falsos profetas, se niega a admitirlo.

Entonces Dios, entre los desterrados, elige a uno de ellos para transmitir el mismo mensaje. A partir de entonces, Ezequiel deberá hablar a un pueblo rebelde y transmitirle un mensaje duro y desagradable. Pero no se concreta el contenido de esa misión. Sólo sabemos que permaneció luego siete días abatido en medio de sus paisanos (3,15). [iv].

4.1.1. El mensaje de los capítulos 4-7

Los capítulos 4-7 nos revelan el contenido del mensaje. Aunque no podemos datarlos con seguridad, es probable que recojan la primera predicación del profeta.
a) Las acciones simbólicas de los cc. 4-5
En 4-5 tenemos tres acciones simbólicas encadenadas: el asedio de una ciudad (4,1-2), el hambre (4,9a.10-11) y la muerte y deportación de sus moradores (5,1-2). Actualmente, un glosador poco acertado indica desde el comienzo de qué ciudad se trata: Jerusalén. Pero esto es como revelar al asesino al comienzo de una novela policiaca. Destroza todo el efecto dramático. Porque Ezequiel juega con su auditorio. Para los desterrados, la ciudad sitiada, hambrienta y derrotada no puede ser otra que Babilonia. Es lo que desean y esperan los falsos profetas. Sin embargo, Ezequiel, al terminar las acciones da la clave verdadera: "se trata de Jerusalén". Sus muchos pecados le han traído la catástrofe. El texto ha sufrido numerosos retoques y añadidos, pero el original podemos reconstruirlo del modo siguiente:
El asedio (4,1-2). Y tú, hijo de Adán, agarra un adobe, póntelo delante y graba en él una ciudad, ponle cerco, construye torres de asalto contra ella, y haz un terraplén contra ella; pon tropas contra ella y emplaza arietes a su alrededor (4,1-2).
El hambre (4,9-11). Y tú, recoge trigo y cebada, alubias y lentejas, mijo y escanda: échalo todo en una vasija y con ello hazte de comer. Comerás tasado tu alimento: una ración diaria de ocho onzas; a una hora fija la comerás. Beberás el agua medida: la sexta parte de una cantarilla, a una hora fija la beberás.

La muerte (5,1-2). Y tú, hijo de Adán, agarra una cuchilla afilada, agarra una navaja barbera y pásatela por la cabeza y la barba. Después agarra una balanza y haz porciones. Un tercio lo quemarás en la lumbre en medio de la ciudad, un tercio lo sacudirás con la espada, un tercio lo esparcirás al viento. [Simboliza que un tercio de la población morirá en el incendio de la ciudad, un tercio morirá a espada y un tercio se dispersará o irá al destierro]

Explicación (5,5-6). Dirás a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Se trata de Jerusalén: la puse en el centro de los pueblos, rodeada de países, y se rebeló contra mis leyes y mandatos pecando más que otros pueblos, más que los países vecinos.

b) La condena de los montes de Israel (c.6)
Pero no es sólo la capital la que se verá afectada; también los montes de Israel sufrirán las consecuencias, ya que en ellos se ha practicado la idolatría.

2‑Hijo de Adán,mira a los montes de Israel y profetiza contra ellos.
3 ¡Montes de Israel, escuchad la palabra del Señor!
Esto dice el Señor a los montes y a las colinas,

a las torrenteras y a las vaguadas:
¡Atención!, que yo mando la espada contra vosotros
para destruir vuestros altozanos;
serán arrasados vuestros altares y rotos vuestros cipos. (...)
6 En todas vuestras comarcas arruinarán las aldeas
y arrasarán las lomas;
hasta que queden arruinados y arrasados vuestros altares,
rotos y destruidos vuestros ídolos,
arrancados vuestros cipos y borradas vuestras obras.
7 Los muertos yacerán entre vosotros,
y sabréis que yo soy el Señor.

c) Anuncio del fin (c.7)
Recogiendo el famoso tema del "día del Señor", proclama a toda la tierra prometida la llegada del fin. Entresaco algunas afirmaciones de este durísimo capítulo:
Esto dice el Señor a la tierra de Israel:
¡El fin, llega el fin a los cuatro extremos del orbe!
3 ya te llega el fin:
Lanzaré mi ira contra ti,
te juzgaré como mereces
y pagarás tus abominaciones.
4 No me apiadaré ni te perdonaré:
te daré la paga que mereces,
te quedarás con tus abominaciones,
y sabréis que yo soy el Señor. (...)
10 Ahí está el día, está llegando, te toca el turno.
Florece la injusticia, madura la insolencia,
11 triunfa la violencia, el cetro del malvado.
Sin dilación y sin tardanza,
12 llega el momento, el día se avecina;
el comprador, que no se alegre;
el vendedor, que no esté triste. (...)
15 La espada en la calle,
en casa la peste y el hambre:
el que está en descampado muere a espada,
al que está en la ciudad lo devoran el hambre y la peste.
16 Los que escapan huyendo a las montañas,
gimiendo como palomas,
morirán todos ellos, cada cual por su culpa.
¿Por qué este mensaje de condenación? Si nos limitamos al posible texto original[v], los motivos no quedan muy claros. Se habla en líneas generales de "rebelión contra las leyes y mandatos del Señor" (5,9), de ídolos (6,4), de insolencia y maldad (7,10s).

4.1.2. Visión de Jerusalén (cc. 8-11)

Los capítulos 8-11 concretan algo más las causas del castigo. Este bloque está fechado un año después de la vocación, el 592 (cf. 8,1). De nuevo la mano del Señor viene sobre el profeta y tiene una visión. El espíritu lo traslada en éxtasis a Jerusalén y un personaje misterioso le hace conocer los distintos pecados que se cometen en la capital: la idolatría adquiere las formas más diversas (c.8), mientras las injusticias y crímenes inundan el país (9,9). Esto provoca el castigo del Señor, que implica muerte de los culpables, incencio de la ciudad y, sobre todo, desaparición de la Gloria de Dios. Una vez más, el texto ha sufrido grandes añadidos. Ofrezco la reconstrucción que hace Zimmerli del texto original.
a) Introducción

8 1 El año sexto, el día cinco del mes sexto, estando yo sentado en mi casa y los concejales de Judá sentados frente a mí, bajó sobre mí la mano del Señor. 2 El espíritu me levantó en vilo y me llevó en éxtasis entre el cielo y la tierra a erusalén, junto a la puerta septentrional del atrio interior. 4 Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la había contemplado en la llanura.

b) Los diversos pecados de idolatría

En una especie de visita turística, el espíritu conduce a Ezequiel por distintos recintos del templo y le hace contemplar diversos cultos idolátricos. Como un estribillo se repite la frase: "pero aún verás abominaciones mayores".
5 Me dijo: —Hijo de Adán, dirige la vista hacia el norte.
Dirigí la vista hacia el norte, y vi al norte de la puerta del altar la estatua rival.
6 Añadió: —Hijo de Adán, ¿no ves lo que están haciendo? Graves abominaciones comete aquí la casa de Israel para que me aleje de mi santuario.
Pero aún verás abominaciones mayores.

7 Después me llevó a la puerta del atrio y vi una grieta en el muro.
8 Me dijo: —Hijo de Adán, abre un boquete en el muro.
Abrí un boquete en el muro y vi una puerta.
9 Añadió: —Entra y mira las atroces abominaciones que están cometiendo ahí.
10 Entré, y vi grabados en las cuatro paredes toda clase de reptiles y animales inmundos, todos los ídolos de la casa de Israel. 11 Frente a ellos, setenta senadores de la casa de Israel estaban en pie, incensario en mano. Una nube de incienso se elevaba.
12 Me dijo: —¿No ves, hijo de Adán, lo que están haciendo los senadores de la casa de Israel a oscuras, en los camarines de sus imágenes? Porque piensan: El Señor no nos ve, el Señor ha abandonado el país.
13 Y añadió: —
Aún los verás hacer abominaciones mayores.

14 Después me llevó junto a la puerta septentrional de la casa del Señor; allí estaban unas mujeres sentadas en el suelo, llorando a Tamuz.
15 Me dijo: —¿No ves, hijo de Adán?
Aún verás abominaciones mayores que éstas.

16 Después me llevó al atrio interior de la casa del Señor. A la entrada del templo del Señor, entre el atrio y el altar, había unos veinticinco hombres, de espaldas al templo y mirando hacia el oriente: estaban adorando al Sol.
c) Los pecados de injusticia
17 Me dijo: —¿No ves, hijo de Adán? ¡Le parecen poco a la casa de Judá las abominaciones que aquí cometen, y colman el país de violencias, indignándome más y más! ¡Ahí los tienes despachando esbirros para enfurecerme!

d) El castigo

Tiene lugar en tres etapas: 1) Muerte: seis hombres con mazas matarán a los habitantes de la ciudad, exceptuando a los que se lamentan por su situación, marcados previamente con un signo en la frente. 2) Incendio: el hombre vestido de lino recoge unos carbones encendidos y los esparce por la ciudad (este castigo está sólo esbozado). 3) Desaparición de la Gloria de Dios, que abandona el santuario por etapas: umbral del templo, puerta oriental, monte oriental.
18 Pues también yo actuaré con cólera, no me apiadaré ni perdonaré; me invocarán a voz en grito, pero no los escucharé.
9,1 Entonces le oí llamar en voz alta: —Acercaos, verdugos de la ciudad, empuñando cada uno su arma mortal.
2 Entonces aparecieron seis hombres por el camino de la puerta de arriba, la que da al norte, empuñando mazas. En medio de ellos, un hombre vestido de lino, con los avíos de escribano a la cintura. 3b Llamó al hombre vestido de lino, 4 con los avíos de escribano a la cintura, y le dijo el Señor: — Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones que en ella se cometen.
5 A los otros les dijo en mi presencia: — Recorred la ciudad detrás de él hiriendo sin compasión y sin piedad. 6A viejos, muchachos y muchachas, a niños y mujeres, matadlos, acabad con ellos; pero a ninguno de los marcados lo toquéis. Empezad por mi santuario.
Y empezaron por los ancianos que estaban frente al templo.
8 Mientras ellos mataban, caí rostro en tierra y grité: —¡Ay Señor! ¿Vas a exterminar al resto de Israel, derramando tu cólera sobre Jerusalén?
9 Me respondió:
— Grande, muy grande, es el delito de la casa de Israel y de Judá; el país está lleno de crímenes; la ciudad colmada de injusticias; porque dicen: «El Señor ha abandonado el país, no lo ve el Señor». 10 Pues tampoco yo me apiadaré ni perdonaré; doy a cada uno su merecido.

10 2 El Señor dijo al hombre vestido de lino: — Métete debajo de la carroza, recoge una ambuesta de brasas de entre los querubines y espárcelas por la ciudad.
Y vi que se metió. 7 Alargó la mano hacia el fuego que estaba entre los querubines, lo recogió y se marchó.

4 La gloria del Señor se remontó sobre los querubines y se colocó en el umbral del templo. 18 Luego la gloria del Señor salió levantándose del umbral del templo 19 y se detuvo junto a la puerta oriental de la casa del Señor.
11 23 La gloria del Señor se elevó sobre la ciudad y se detuvo en el monte, al oriente de la ciudad.

e) Final

24 Entonces el espíritu me arrebató y me llevó en volandas al destierro de Babilonia, en éxtasis; la visión desapareció. 25 Y yo les conté a los desterrados lo que el Señor me había revelado.
4.1.3. La historia pasada del pueblo

Pero a Ezequiel no le preocupa sólo el estado actual del pueblo. Influido por Oseas y Jeremías, toda la historia pasada surge ante sus ojos llena de pecado.

a) Las "abominaciones de los antepasados" (c.20)

Así lo demuestra el episodio del c.20, fechado un año más tarde (591). Los ancianos acuden a consultarle, probablemente sobre la duración del exilio. La reacción inmediata de Dios es no dejarse consultar (20,3), y al final mantendrá esta postura (20,31). Pero lo interesante es advertir que en este caso no denuncia el profeta pecados presentes, sino "las abominaciones de sus padres" (v.4). En cuatro etapas, que abarcan desde Egipto hasta la tierra prometida, quedan contrapuestos los beneficios de Dios (liberación, ley, sábado, tierra) y la rebeldía continua de los israelitas. Toda la historia de Israel es una historia de pecado, que provoca el castigo inevitable.

b) La historia de Jerusalén y las dos hermanas

En este contexto hay que considerar otros dos capítulos del los más famosos del libro (16 y 23); también en ellos se echa la vista atrás, se arranca de los orígenes y se denuncia el olvido continuo de Dios, que ha dado paso a la prostitución con egipcios, asirios y babilonios. Se alude con esto a las alianzas entabladas por Israel y Judá con las grandes potencias de la época; tales pactos suponen una desconfianza en Dios, una búsqueda de seguridad en lo terreno, ofender al esposo y entregarse a los amantes. El tema lo expongo detenidamente en mi obra, Los dioses olvidados, 72-80.

4.1.4 Reacción de los contemporáneos

Poco a poco, Ezequiel va desarrollando su mensaje. A veces mediante acciones simbólicas y pantomimas; otras con parábolas e imágenes; otras con exposiciones más teóricas y cansinas. Pero todo gira en torno al mismo tema: el castigo de Judá y de Jerusalén, justificado con un espectro cada vez más amplio de acusaciones: sincretismo, injusticias, alianzas con extranjeros.

Pero también los contemporáneos del profeta tienen algo que decir. El libro transmite a menudo sus intervenciones. Todas pretenden lo mismo: escapar a la palabra de Dios, anularla. Ellos no desean devorar el volumen lleno de elegías, lamentos y ayes. Lo rechazan con medio muy distintos.

Un primer modo de anular la palabra de Dios es la burla: "pasan días y días y no se cumple la visión+ (12,22); *las visiones de éste van para largo, a largo plazo profetiza" (12,27).

El segundo es la mentira, pecado de falsos profetas (13,1-16) y profetisas (13,17-23), que anuncian paz cuando no hay paz (13,10) y apoyan al malvado para que no se convierta (13,22). A la palabra profética oponen ellos sus propias fantasías, sus oráculos falsos. El c.13, fundamental para este tema, no concreta más; la controversia contemporánea entre Jeremías y Ananías (Jer 28) ilumina mucho la situación.

El tercero es la nostalgia, el apego a tradiciones y realidades sagradas, que impide aceptar la palabra presente de Dios. En este sentido parece orientarse 14,1-8. Algunos ancianos de Israel recuerdan sus ídolos e imaginan algo que les hace caer en pecado (14,3). Estos ídolos no pueden ser dioses cananeos ni babilonios; tal interpretación iría contra el texto, que presenta a los ancianos como afectos al profeta y deseosos de conocer la voluntad de Dios. En este caso, los ídolos sólo pueden ser Jerusalén, el templo, la tierra prometida. Y "les hacen caer en pecado" porque les impiden aceptar la voluntad de Dios.

Un cuarto medio de anular la palabra divina es la intercesión. Ezequiel anuncia la caída de Jerusalén. ¿No bastarán diez personas honradas para salvarla? ¿Es más grave la situación que en el caso de Sodoma (Gn 18)? Efectivamente. Aunque se encontrasen en Jerusalén Noé, Daniel y Job, "juro que no salvarán a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos se salvarán y el país quedará devastado" (cf. 14,12-21).
Así, paso a paso, Ezequiel mantiene su mensaje de castigo y tira por tierra las objeciones de sus contemporáneos. Nada puede salvar a Jerusalén.
4.1.5. Otras intervenciones entre 591 y 587

No sabemos con exactitud qué otras intervenciones del profeta podemos datar entre los años 591 y 589. Por lo demás, no importa demasiado la datación precisa.

Durante el 588, cuando se produce la rebelión, Ezequiel interviene. En la alegoría del águila y el cedro (17,1-10) denuncia la política errónea de Sedecías, que le hace inclinarse hacia Egipto. La acción simbólica de las dos rutas (21,23-32) proclama la decisión de Nabucodonosor de asediar Jerusalén. Y la parábola de la olla, propuesta el mismo día en que comienza el ataque (24,1-5.9-10a), anuncia el fin de la ciudad sanguinaria. El tema de las injusticias parece adquirir su máximo desarrollo en estos momentos finales (22,1-16.17-22).

En el año 587, de enero a junio, pronuncia Ezequiel tres oráculos contra Egipto (29,1-6a; 30,20-26; 31,1-8)[vi]. El primero y el tercero resaltan el orgullo de esta potencia; el segundo habla de su derrota. Ezequiel, enemigo como Jeremías de la rebelión, condena a Egipto por haberla fomentado y apoyado. Este tema sólo aparece explícitamente en 29,6b-7, subrayando además la traición. Pero parece el único motivo de que Ezequiel pronunciase estos oráculos durante el asedio de Jerusalén.

4.1.6. Acción simbólica final (24,15-24)

El profeta cierra este período de actividad con la acción simbólica más trágica (24,15-24): repentinamente va a morir su esposa; pero no puede llorar ni hacer duelo, deberá afligirse en silencio. Igual que los israelitas cuando pierdan el santuario. Por último, el día de la caída de Jerusalén (19 de julio del 586), Ezequiel quedará mudo e inmóvil (3,25-26) hasta que un fugitivo le comunique la noticia (24,26-27). Esto ocurrirá el 5 de enero del 585; entonces recobra el habla (33,21-22).

La primera época de actividad comienza y termina, pues, con una etapa de silencio. Al principio, como muestra de abatimiento por la misión que debe realizar; al final, porque la dureza de sus contemporáneos hace inútil la acusación.

Asombra la diversidad de medios empleados por Ezequiel para comunicar su mensaje: acciones simbólicas, pantomimas, alegorías, parábolas, enigmas. ¿Qué pretendía con todo ello? Según muchos comentaristas, anunciar la caída inevitable de Jerusalén, eliminar entre los deportados las falsas esperanzas. Berhard Lang ha propuesto otra interpretación más política: Ezequiel intenta que Sedecías no se rebele contra Nabucodonosor[vii]. A distancia, desde Babilonia, cumple la misma tarea que Jeremías en Jerusalén. Es difícil decidirse en una u otra línea. Lo cierto es que la predicación de esta primera época demostrará que Dios actuó justamente con Jerusalén (14,23).



NOTAS


[i]
. Cf. D. J. Wiseman, Chronicles of the Chaldean Kings (Londres 1956), 36.
[ii]. O.c., p.73, líneas 21-22.
[iii]. Sigo a Zimmerli, que la fecha exactamente el 31 de julio del 593. Schedl la data el 21 de julio del 592.
[iv]. Los versos 3,16-27 parecen añadidos al relato para completar la presentación de Ezequiel como profeta, que actúa como un centinela (3,16-21). El anuncio de la inmovilidad y la mudez pertenecen probablemente a una etapa posterior de su vida.
[v]. Según Zimmerli, lo original en el c.6 serían los versos 2-5.7b.11-13a. En el c.7 es más difícil indicar el original; puede verse la reconstrucción de Zimmerli en BK XIII/1, 174.
[vi]. Según Zimmerli, en el c.29, la fecha del v.1 se refiere a 1-6a solamente. Lo otro se añadió más tarde, en distintas etapas.
[vii]. Cf. B. Lang, Kein Aufstand in Jerusalem. Die Politik des Propheten Ezechiel, SBB (Stuttgart 1978).

4. ACTIVIDAD PROFÉTICA DE EZEQUIEL




No es fácil decidir si la actividad profética de Ezequiel debemos dividirla en dos o tres períodos. La mayoría de los comentaristas se inclina por señalar dos etapas: una de condenación y otra de salvación. Fohrer propone tres: condenación, salvación condicionada, salvación incondicional. En cualquier caso, hay algo en lo que todos coinciden: la caída de Jerusalén marca un rumbo nuevo en la predicación del profeta. De acuerdo con ello, dividiremos la exposición en dos partes, exponiéndola del modo siguiente:
4.1. Del destierro a la caída de Jerusalén (597-586)
4.1.1. El mensaje de los cc. 4-7

4.1.2. Visión del templo profanado y castigo de Jerusalén

4.1.3. La historia pasada del pueblo

4.1.4. Reacción de sus contemporáneos

4.1.5. Otras intervenciones entre 591 y 587

4.1.6. Acción simbólica final (24,15-24)
4.2. Después de la caída de Jerusalén (585-?)

4.2.1. Responsabilidad individual

4.2.2. Los responsables de la catástrofe

4.2.3. La salvación futura (cc. 34-37)

4.2.4. La salvaión amenazada (cc. 38-39)

4.2.5. La salvación definitiva (cc. 40-48)

jueves, 30 de agosto de 2007

3. LA VOCACIÓN (Ez 1-3)




El relato de la vocación de Ezequiel es extraordinariamente largo y complejo. Estamos muy lejos de la sobriedad de Amós, incluso de Jeremías o Isaías. A complicar las cosas han contribuido los discípulos del profeta, que añadieron numerosas glosas y comentarios. Walter Zimmerli ha llevado a cabo una paciente labor de depuración, restaurando el texto primitivo del profeta. Aunque su trabajo resulte hipotético en algunos puntos, ayuda a entender mejor el relato, que podemos dividir en tres partes principales: visión, misión y final.

1. La visión de la Gloria de Dios (c.1)


Para comprender el relato aconsejo leer la versión resumida de Zimmerli, que ofrezco a continuación, y compararla luego con la representación pictórica realizada por Rafael en 1518.

1.1. El relato bíblico

1 1El año treinta, quinto de la deportación del rey Jeconías, 2 el día cinco del mes cuarto, hallándose entre los deportados, a orillas del río Quebar, se abrieron los cielos y contemplé una visión divina.
4 Entonces se apoyó en mí la mano del Señor, y vi que venía del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. 5 En medio de éstos aparecía la figura de cuatro seres vivientes; 6 tenían forma humana y cuatro alas cada uno. 11 Un par de alas se juntaban, otro par de alas les cubría el cuerpo. 12 Los cuatro caminaban de frente, avanzaban a favor del viento, sin volverse al caminar. 13 Entre esos seres vivientes había como ascuas encendidas; el fuego brillaba y lanzaba relámpagos.
22 Sobre la cabeza de los seres vivientes había una especie de plataforma, brillante como el cristal. 26 Y por encima de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecía un hombre. 27 Y vi un brillo como de electro de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. 28 El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra, y oí la voz de uno que me hablaba.

En letra marrón he resaltado los cuatro elementos esenciales de la visión: 1) comenzando por abajo, tenemos cuatro seres vivientes; 2) sobre su cabeza, una especie de plataforma, 3) en la que se asienta un zafiro en forma de trono, 4) en el que se supone sentado una figura que parecía un hombre.

1.2. Las diferencias entre el relato y la pintura de Rafael

Rafael, Visión de EzequielEn la pintura de Rafael se advierten claras diferencias: 1) los cuatro seres vivientes con forma humana y cuatro alas cada uno han sido sustituidos por tres animales (león, toro, águila) y un ser humano, con un par de alas cada uno; 2) faltan la plataforma sobre los seres vivientes y el zafiro en forma de trono; el protagonista aparece sentado sobre el águila; 4) Rafael ha añadido dos angelitos que sostienen los brazos del Señor; 5) la figura "que parecía un hombre" adquiere contornos humanos muy precisos.

¿Cómo se explican estos cambios? ¿Por la simple libertad del artista? Algunos de ellos se inspiran en el texto definitivo, tal como lo transmitieron los discípulos de Ezequiel. Alguno de ellos se sintió obligado a completar la descripción de los cuatro vivientes y añadió, entre otras cosas, estas palabras:

Sus piernas eran rectas y sus pies como pezuñas de novillo (...). 8 Debajo de las alas tenían brazos humanos por los cuatro costados. 10 Su rostro tenía esta figura: rostro de hombre, y rostro de león por el lado derecho de los cuatro, rostro de toro por el lado izquierdo de los cuatro, rostro de águila los cuatro.

Para nuestro gusto, nos encontramos ante seres mostruosos, todos con pezuñas de novillo, brazos debajo de las alas, y con cuatro rostros cada uno: de hombre, de león, toro y águila. Algo fácil de imaginar en un capitel románico, pero difícil de concebir en un ser vivo. Rafael ha prescindido de las pezuñas, y representa al león con garras y a la figura humana con pies. En cuanto a los rostros, ha atribuido uno a cada figura, convirtiéndolas en las habituales de un león, un toro, un águila y un ser humano.

Pero, ¿dónde se inspiran los discípulos de Ezequiel para hablarnos de esos seres monstruosos? En representaciones mesopotámicas de diversos seres divinos.

Antropoides alados de Carquemish La imagen de la izquierda, representa a unas esfinges aladas encontradas en Carquemish. Son seres mixtos con cuerpo humano, cabeza de águila y alas. El añadido de los discípulos de Ezequiel dice que "debajo de las alas tenían brazos humanos". La coincidencia es clara.






Genio protectorUn tema parecido lo encontramos en esta otra imagen, de origen asirio: un genio protector con figura humana, cabeza de águila y cuatro alas (un par hacia arriba, otro hacia abajo); el texto original de Ezequiel también hablaba de cuatro alas.

En la tercera imagen, un genio alado del palacio de Sargón II, se observan mejor aún las cuatro alas.



1.3. Lo que falta en Ezequiel y en Rafael
Quien conoce el libro de Ezequiel sabe que la Gloria de Dios se mueve a menudo: aparece en el río Quebar, pero más tarde la verá el profeta en el templo de Jerusalén, que abandona poco a poco en tres etapas: primero se posa en el umbral del templo, luego en la puerta oriental, finalmente en el monte de los olivos. Al final del libro, la Gloria que ha abandonado el templo retorna a él.
¿Cómo se explica este movimiento? El texto primitivo de Ezequiel se limitaba a decir que los cuatro seres vivientes avanzaban a favor del viento. Pero a algún discípulo se le ocurrió una solución más complicada: los cuatro vivientes eran movidos por cuatro ruedas de características especiales.

Miré y vi en el suelo una rueda al lado de cada uno de los cuatro seres vivientes. 16 El aspecto de las ruedas era como el brillo del crisólito; las cuatro tenían la misma apariencia. Su hechura era como si una rueda estuviera encajada dentro de la otra, 17 para poder rodar en las cuatro direcciones sin tener que girar al rodar. 18 Tenían pinas y llantas, y vi que la circunferencia de las cuatro llantas estaba llena de ojos.
19 Al caminar los seres vivientes, avanzaban a su lado las ruedas; cuando los seres vivientes se elevaban del suelo, se elevaban también las ruedas; 20 avanzaban hacia donde soplaba el viento; las ruedas se elevaban a la vez, porque llevaban el espíritu de los seres vivientes. 21 (Y así avanzaban cuando avanzaban ellos), se detenían cuando se detenían ellos (y cuando ellos se elevaban del suelo las ruedas se elevaban a la vez, porque llevaban el espíritu de los seres vivientes).

Rafael no pintó las ruedas, pero sí lo hicieron otros artistas, atraídos por su forma tan curiosa y dándole a veces un sentido místico (como Fra Angelico).

2. La misión (2-3)

Tras la visión de la Gloria de Dios encontramos un largo discurso de Dios al profeta. El hecho de que se repita siete veces la fórmula "hijo de Adán" podría animarnos a dividir el relato en siete secciones (2,3-5/6-7/8-10/3,1-2/3/4-9/10-11). Sin embargo, resultan muy desproporcionadas y no podemos tener en cuenta sólo este criterio. Más homogéno resulta todo si mantenemos como episodio central la acción simbólica de comer el volumen lleno de elegías, lamentos y ayes. Tenemos entonces una introducción (2,1-2) y cinco secciones (2,3-5; 6-7; 2,8-3,3; 3,4-9; 10-11), como se advierte en la tabla siguiente.



Misión a un pueblo rebelde (2,3-5)

Palabras de ánimo (2,6-7)

Acción simbólica (2,8-3,3)
Misióna un pueblo rebeldey palabras de ánimo (3,4-9)
Encargo y misión (3,10-11)

A continuación ofrezco el texto (en letra cursiva) precedido de un breve comentario.

Introducción (2,1-2)

2,1 Me decía: Hijo de Adán, ponte en pie, que voy a hablarte.
2 Penetró en mí el espíritu mientras me estaba hablando y me levantó en pie, y oí
al que me hablaba.


Misión a un pueblo rebelde (2,3-5)

La primera (2,3-5) vuelve a situarnos ante los protagonistas típicos de la vocación profética: Dios, el elegido, el pueblo. La acción de Dios se concreta en el verbo "enviar" y la del profeta en proclamar "esto dice el Señor". Pero la fuerza recae en el pueblo, presentado como rebelde desde antiguo y hasta ahora. La palabra de Dios deberá llegar a él "te escuchen o no te escuchen". No es un comienzo muy prometedor para Ezequiel.

3 Me decía: Hijo de Adán, yo te envío a Israel, pueblo rebelde: se rebelaron contra mí ellos y sus padres, se sublevaron contra mí hasta el día de hoy. 4 Les dirás "esto dice el Señor", 5 te escuchen o no te escuchen, pues son casa rebelde, y sabrán que hay un profeta en medio de ellos.

Palabras de ánimo (2,6-7) /span>


Precisamente por eso, la segunda sección (2,6-7) procura ahuyentar del profeta el sentimiento de miedo. Tres veces se repite la fórmula "no tengas miedo" y también encontramos "no te acobardes". Reaparece al final la idea de que Israel es Casa Rebelde. A diferencia del pueblo, Ezequiel no debe rebelarse ante la palabra de Dios sino aceptarla, comerla, devorarla.

6 Y tú, hijo de Adán, no les tengas miedo, no tengas miedo a lo que digan, aun cuando te rodeen espinas y te sientes encima de alacranes. 7Les dirás mis palabras, te escuchen o no te escuchen, pues son casa rebelde.

Acción simbólica (2,8-3,3)

Es la sección central, en la que el profeta come el volumen lleno de elegías, lamentos y ayes. Lo que parecía claro en las secciones anteriores se convierte ahora en evidencia. El mensaje de Ezequiel será duro, amargo, pero a él, compenetrado con la voluntad de Dios, le sabe en la boca "dulce como la miel".

8 Y tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: (No seas rebelde, como la casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy.
9 Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un rollo. 10Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes. 3 1Y me dijo: Hijo de Adán, cómete este rollo y vete a hablar a la casa de Israel.
2Abrí la boca y me dio a comer el rollo, 3 diciéndome: Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este rollo que te doy.
Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.

Misión a un pueblo rebelde y palabras de ánimo (3,4-9)

La sección cuarta (3,4-9) desarrolla los temas de las dos primeras: la rebeldía de Israel y la fortaleza que Dios concede al profeta para que no tenga miedo a sus oyentes.

4 Y me dijo: Hijo de Adán, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras, 5 pues no se te envía a un pueblo de idioma extraño que no comprendes. 6 Por cierto, que si a éstos te enviara te harían caso; 7 en cambio, la casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quieren hacerme caso a mí. Pues toda la casa de Israel son tercos de cabeza y duros de corazón. 8Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos y tu cabeza terca como la de ellos; 9como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza. No les tengas miedo ni te acobardes ante ellos, aunque sean casa rebelde.

Encargo y misión (3,10-11)

La última (3,10-11) contiene un curioso encargo de escuchar atentamente y aprender de memoria todas las palabras que Dios le diga. Como el discípulo que está atento a lo que dice su maestro para poder repetirlo. En esta última parte, formando inclusión con la primera, reaparece la frase "diles: esto dice el Señor, te escuchen o no te escuchen".

10 Y me dijo: Hijo de Adán, todas las palabras que yo te diga escúchalas atentamente y apréndelas de memoria. 11Anda, vete a los deportados, a tus compatriotas, y diles *esto dice el Señor+, te escuchen o no te escuchen.

3. Final (3,12-15)

12 Entonces me arrebató el espíritu y oí a mis espaldas el estruendo de un gran terremoto al elevarse de su sitio la gloria del Señor. 13 (Era el revuelo de las alas de los seres vivientes al rozar una con otra, junto con el fragor de las ruedas: el estruendo de un gran terremoto). 14 El espíritu me tomó y me arrebató y marché decidido y enardecido, mientras la mano del Señor me empujaba. 15 Llegué a los deportados de Tel‑Abib (que vivían a orillas del río Quebar), que es donde ellos vivían, y me quedé allí siete días abatido en medio de ellos.

Ezequiel, en pocas líneas, ha conseguido transmitir incluso el desgaste físico y psíquico producido por la tremenda experiencia de Dios.Pero es evidente que el relato no se centra en aspectos psicológicos ni biográficos. Hay por medio algo más importante: la palabra de Dios tiene que llegar a Israel, aunque nunca ha tenido ni tiene voluntad de escucharla. El contenido de esa palabra es secundario, lo importante es que Dios habla. Sin duda, la sección central subraya que el contenido será trágico. Pero la primera y última acentúan que la misión capital del profeta consiste en decir: *esto dice el Señor+, sin explicitar lo que seguirá a esa fórmula. El libro demostrará que esa palabra divina tiene también, más adelante, un inmenso contenido de consuelo y esperanza.

Por otra parte, nadie como Ezequiel expone el absurdo de la la vocación profética. "La Casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quieren hacerme caso a mí" (3,7). Lo que deja entrever esta frase no es una misión difícil, sino una misión absurda, condenada al fracaso de antemano. Ni siquiera tenemos ese "¿hasta cuándo?" de Isaías, que supone una puerta abierta a la esperanza. ¿Qué sentido tiene entonces la vocación de estos hombres? Pienso que la clave se encuentra en la sección primera: *sabrán que hay un profeta en medio de ellos+ (2,5). Aunque no le hagan caso, aunque lo consideren simplemente un "coplero de amoríos, de bonita voz y buen tañedor" (33,32), a través de él Dios ha seguido en contacto con su pueblo, proclamado su palabra.

miércoles, 29 de agosto de 2007

2. LA PERSONA

Miguel Angel, Ezequiel Pocos datos conocemos sobre la vida íntima de Ezequiel. Sabemos que era hijo de un sacerdote llamado Buzí. Probablemente, él mismo fue sacerdote, como lo sugiere su lenguaje, su conocimiento de la legislación sacral y su interés por el templo. De todos modos, al ser desterrado lejos de Jerusalén, no pudo ejercer su ministerio.

No sabemos qué edad tenía cuando fue deportado. Según Flavio Josefo[i] era todavía un niño; en este caso debió de nacer entre el 610 y el 605. Pero no tenemos seguridad alguna. Otros autores (Orígenes, Efrén, Schedl, Testa) piensan que el año treinta de 1,1 se refiere a la edad del profeta; de ser cierto, habría nacido el 622, cuando se encontró en el templo el Libro de la Ley. Si damos crédito a los datos del libro, es seguro que fue deportado a Tel Abib, junto al río Quebar, probablemente cerca de Nipur. Sabemos también que estaba casado (no hay noticias de que tuviese hijos) y que enviudó poco antes de la caída de Jerusalén.

Frente a esta escasez de datos biográficos extraña la abundancia de indicaciones sobre la personalidad del profeta. Tiene frecuentes visiones (1,1-3,15; 3,16a.22sss; 8-11; 37,1-14; 40-48), en las que actúa y participa. Más que ningún otro profeta realiza acciones simbólicas y mímicas (batir palmas, bailotear). Es propenso al abatimiento, aunque otras veces se muestra casi insensible. Durante un período relativamente largo pierde el habla.

Todo esto ha llevado a considerar a Ezequiel una personalidad enfermiza. Klostermann[ii] estima que los capítulos 3-24 son el diario de un enfermo, al que sigue su curación en 33-48. Según este autor, ya el relato de la vocación revela aspectos enfermizos (devorar el rollo); luego no puede hablar durante siete días; la visión de 3,22ss le indica que su lugar de actividad será el lecho de enfermo; durante 390 días (4,4) padece una hemiplejía de la parte derecha, a la que siguen 40 días de anestesia de la parte izquierda. Al cuadro clínico pertenece también el batir palmas (6,11; 21,9) y el bailoteo (6,11). La muerte de la esposa le hace perder el habla por completo. En resumen, según Klostermann se trata de una catalepsia. Años más tarde, Karl Jaspers diagnosticó a Ezequiel como una personalidad esquizofrénica[iii].

Los estudios de este tipo cometen dos errores fundamentales: el primero, interpretar ciertos datos al pie de la letra; el segundo, no contar con la existencia de añadidos posteriores al profeta, que no sirven para conocer su personalidad. Por ejemplo, 4,4-8 ha sufrido tales retoques y añadidos que no podemos basar en este pasaje una posible hemiplejía o anestesia. Sí parece cierto que Ezequiel tenía una sensibilidad especial, más fina y aguda que la de otros profetas[iv].

NOTAS

[i]. Antiquitates. X, 98.
[ii]. "Ezechiel. Ein Beitrag zu besserer Würdigung seiner Person und seiner Schrift": ThStKr 50 (1877) 391-493.
[iii]. "Der Prophet Ezechiel. Eine pathographische Studie", en Arbeiten zur Psychiatrie, Neurologie und ihre Grenzgebieten, Fs. K. Schneider (1947), 77-85.
[iv]. Sobre el tema véase: E. E. Broome, "Ezekiel's Abnormal Personality": JBL 65 (1946) 277-92; K. van Nuys, "Evaluating the Pathological in Prophetic Experience (Particularly in Ezekiel)": JBR 21 (1953) 244-51; N. H. Cassen, "Ezekiel's Psychotic Personality: Reservations on the Use of the Couch for Biblical Personalities", en The Word in the World, Fs. F. L. Moriarty (Cambridge 1973) 59-70.


1.1. LA ÉPOCA



El año 609, al morir Josías en la batalla de Meguido, termina el último momento de esplendor del reino de Judá. Joaquín, que había subido al trono el año 609 por decisión del faraón Necao, hubo de someterse a Babilonia hacia el 603; pero más tarde dejó de pagar tributo y esto provocó un primer asedio de Jerusalén y la deportación de un grupo importante de judíos en el año 597. Entre ellos marcha a Babilonia un muchacho que poco después recibirá la vocación profética: Ezequiel. Jeconías, que sólo lleva tres meses de reinado, también marcha al destierro.

Para sustituirlo, Nabucodonosor nombre rey a Matanías, cambiándole el nombre por el de Sedecías (597-586). Durante nueve años se mantiene en calma, pagando tributo. Sólo el 594 habrá un momento de tensión; aprovechando quizá ciertas revueltas internas en Babilonia, representantes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón se reunen en Jerusalén; parece llegado el momento de la independencia. Sin embargo, la revuelta no se produce entonces. Llegará el 588. Nabucodonosor responde de inmediato asediando Jerusalén; tras año y medio de sitio, forzada por el hambre, la capital se rinde el 19 de julio del 586. Un mes más tarde tendrá lugar el incendio del templo, del palacio real y de las casas; los babilonios saquean los tesoros, derriban las muralla y deportan a un nuevo grupo de judíos (cf. 2 Re 25).

Babilonia. Reconstrucción idealEste grupo de desterrados engrosa la filas de los que marcharon a Babilonia el 597. Lo han perdido todo: la tierra prometida, la ciudad santa, el templo, la independencia. Ni siquiera les queda la esperanza del retorno o la seguridad de ser el pueblo elegido y amado por Dios. Sin embargo, esta época del exilio será una de las más creativas de la historia de Israel: una "siembra entre lágrimas" que produce "una cosecha entre cantares" (Sal 126,5). Ezequiel será uno de los protagonistas más activos de estos años, reflejando a través de su mensaje la inminencia de la catástrofe y la esperanza de la restauración.

Jardines de Babilonia

1. ¿CUÁNDO Y DÓNDE ACTUÓ EZEQUIEL?


1. Fecha de actividad

El libro de Ezequiel comienza con una fecha enigmática, todavía no aclarada por los comentaristas: el año treinta (Ez 1,1), que el verso siguiente identifica con el quinto de la deportación de Jeconías, es decir, con el 593/2 a.C. Los datos que ofrece el libro en otros pasajes hacen el cómputo a partir de este mismo acontecimiento, fechando distintos oráculos en los años sexto (8,1), séptimo (20,1), noveno (24,1), décimo (29,1), undécimo (26,1; 30,20; 31,1), vigésimo quinto (40,1) y vigésimo séptimo (29,17). Por consiguiente, las fechas del libro se refieren a un período comprendido entre los años 592 y 571 a.C. De los libros proféticos, sólo Ageo y Zacarías ofrecen datos tan minuciosos como el de Ezequiel.

Durante siglos, nadie puso en duda el valor de estas fechas. Cuando Zunz, en 1832, situó estos oráculos durante el período persa, exactamente entre los años 440-400 a.C., no encontró el menor eco. Igual le ocurrió a Seinecke, quien en 1876 consideraba el libro de Ezequiel un pseudoepígrafo escrito el 163 a.C.

Sin embargo, la opinión tradicional se vio atacada de forma cada vez más intensa y frecuente. J. Smith [i] considera a Ezequiel un profeta israelita (no judío) nacido en el siglo VIII; deportado por los asirios en el año 734, volvió a Palestina el 691 (el año treinta de la caída de Samaria) para instruir al pueblo; por consiguiente, actuó un siglo antes de lo que indica el libro. Un redactor posterior es el responsable de que Ezequiel aparezca ahora como un profeta judío del destierro babilonio[ii].

C. C. Torrey [iii], niega la existencia de Ezequiel; el libro es un pseudoepígrafo escrito hacia el 240 a.C.; en su primera redacción presentaba a Ezequiel como un profeta que actuaba en tiempos de Manasés (primera mitad del siglo VII), condenando el sincretismo y la idolatría. Más tarde, hacia el año 200, esta obra sufrió una profunda reelaboración y adquirió la ambientación babilónica que ahora posee[iv].

Entre estas dos posturas extremas existen otras que no es preciso detallar[v]. Todas ellas se basan en una desconfianza radical e injustificada con respecto a las numerosas fechas del libro, o en unos presupuestos que, al cabo de los años, se han demostrado totalmente falsos. Pensamos que la actividad profética de Ezequiel tuvo lugar entre los años 592-571, como mantienen numerosos comentaristas recientes[vi].

Las diversas opiniones podemos resumirlas en el siguiente cuadro.
Smith691 a.C. y siguientes
DATOS DEL LIBRO592-571
a.C.
Zunz440-400 a.C.
Torrey (pseudoepígrafo)240 a.C.
Seinecke (pseudoepígrafo)163 a.C.

2. Lugar de actividad

Según la opinión tradicional, Ezequiel marchó al destierro el año 597; allí recibió la vocación, y entre los desterrados ejerció su ministerio. Es lo que se deduce de una lectura rápida del libro. La vocación tiene lugar "hallándome entre los desterrados" (1,2), "en tierra de los caldeos", junto al río Quebar (1,3); después de la visión del templo profanado, el espíritu lo devuelve "al destierro de Babilonia" (11,24) y habla con los deportados (11,25).

Sin embargo, constatamos que la mayoría de los oráculos se dirige en los capítulos 1-24 contra Judá y Jerusalén; el profeta conoce perfectamente la situación religiosa, las intrigas políticas de la capital; parece preocupado exclusivamente por sus problemas, mientras calla por completo sobre el rey Jeconías, desterrado en Babilonia, y los problemas de los exiliados. Esta aparente contradicción ha hecho que se propongan diversas teorías sobre el sitio de actividad de Ezequiel:

a) Único lugar: Jerusalén.

V. Herntrich:
Ezequiel fue un profeta jerosolimitano; en Jerusalén desempeñó su ministerio y allí tuvo lugar la redacción básica de los capítulos 1-39, reelaborados más tarde en Babilonia (hacia el 573), donde se añadieron los capítulos 40-48[vii].

b) Doble lugar de actividad

Oesterley-Robinson:
Ezequiel actuó en la capital judía desde el 602 al 598; luego fue deportado y continuó su actividad en el exilio.
Van der Born también defiende un ministerio palestinense y otro babilonio, aunque pone la división entre ambos en el año 586.
Matthews: el profeta, tras predicar en Palestina, siguió haciéndolo en un sitio difícil de identificar (Fenicia, norte de Israel o incluso Egipto).

c) Triple lugar

Bertholet:
Ezequiel recibió el año 593/2 una primera vocación en Jerusalén (2,3-3,9); allí predicó hasta el 586. Durante el asedio abandonó ostensiblemente la ciudad (12,1-20) y se estableció en una aldea de Judá. Más tarde marchó a Babilonia, donde el 585 recibió una segunda vocación (1,4-2,2)[viii].
O. R. Fischer: Ezequiel fue deportado en el 598; tras ser llamado por Dios en Babilonia el 593, volvió a Jerusalén y permaneció allí hasta la caída de la capital, volviendo luego a Babilonia.
La opinión predominante sigue siendo la más concorde con los datos del libro. Ezequiel, desterrado con Jeconías el 597, fue llamado por Dios en el exilio, y en medio de los desterrados desarrolló toda su actividad profética. No hay datos de que volviese a Jerusalén. Como veremos más adelante, tiene pleno sentido el que Ezequiel se preocupe por la problemática de Judá y Jerusalén y hable de ella a los desterrados. Y no es extraño que conociese la situación religiosa y política, ya que los contactos con Palestina debieron de ser más frecuentes de lo que pensamos (cf. Jer 29; 51,59ss)[ix].

NOTAS

[i]. J. Smith, The Book of the Prophet Ezekiel (Londres 1931).
[ii]. Los argumentos de Smith para justificar el pretendido origen norisraelita de Ezequiel son los siguientes: a) El término "casa de Israel", tan frecuente en el libro, no se refiere a Judá, sino al Reino Norte; b) las idolatrías descritas en el c.6 son características del norte; c) los oráculos contra los falsos profetas de Ez 13 se aplican mejor a Israel que a Judá; d) la imagen de la vid en Ez 15 fue también usada por profetas del norte; e) en el c.23, los pecados de Judá son peores que los de Israel. Es fácil advertir la debilidad de los argumentos.
[iii]. C. C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the Original Prophecy (New Haven 1930).
[iv]. Torrey se basa en que la tradición rabínica contenida en Baba Bathra 14b.15a atribuye el libro de Ezequiel a los hombres de la Gran Sinagoga. Además, aduce los siguientes argumentos para una fecha tardía: el sincretismo descrito por el libro de Ezequiel no es compatible con la época de finales del siglo VII y principios del VI, ya que la reforma de Josías tuvo pleno éxito; la mención de Paras (Persia) en 27,10; 38,5 es imposible en esta época; los aramaísmos sugieren también una fecha tardía, igual que las afinidades con la Ley de Santidad (H) y las otras obras sacerdotales (P). Estos y otros argumentos de Torrey han ido cayendo poco a poco, tras un estudio más minucioso. Paras, por ejemplo, se encuentra mencionado en documentos del 592 a.C. Por otra parte, Torrey parte del supuesto de que el ataque babilonio y la deportación del 586 carecieron de importancia; la arqueología ha demostrado su extrema gravedad.
[v]. Winckel situaba la actividad de Ezequiel entre 539-515; Messel data estos oráculos hacia el 400 a.C. y la tarea del redactor en el 350 aproximadamente. Sobre estas y otras opiniones cf. Robert-Feuillet, Introducción a la Biblia I, 492s; O. Eissfeldt, Introduction to the Old Testament, 367-72; W. Zimmerli, Ezechiel, BK XIII/1, 4-12.
[vi]. Por ejemplo, sólo entre los posteriores a 1950, Lods, Howie, Fohrer, Eichrodt, Rowley, Gelin, Wevers, Zimmerli, Testa, Lang, Seitz, etc.
[vii]. V. Herntrich, Ezechielprobleme, BZAW 61 (Berlín 1933). Esta opinión la siguen Harford, Berry, Brownlee, Hyatt.
[viii]. Esta opinión ha influido en autores como Auvray, Dumeste, Spiegel, Noth, Steinmann, Irwin, etc.
[ix]. La teoría de un único lugar de ministerio la defienden Fohrer, Eichrodt, Wevers, Howie, Albright, Cooke, Kittel, Lods, Eissfeldt, Ziegler, Rowley, Gelin, Testa, Zimmerli, etc.